El jueves pasado, unos "gamberros" rusos haciéndose pasar por
radiaficionados con extrañas intenciones, informaron a las autoridades que habían escuchado en sus equipos información del aterrizaje
de emergencia de un avión AN-26 con 20 pasajeros a bordo en la estepa
de Siberia.
Los servicios de emergencia, tras recorrer más de 100 km. de distancia hasta situarse en las coordenadas aportadas por los siniestros personajes, se dieron cuenta de la falsedad de la alarma recibida y de que habían sido objeto de una "broma pesada".
Las autoridades rusas, han iniciado una investigación para tratar de averiguar lo ocurrido, confiando encontrar a los bromistas o malhechores para que sean castigados por tan desagradable suceso.
En fin, sin "comerlo ni beberlo", una mancha más en el expediente colectivo de la radioafición.
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